Apareció aquella mañana tan gris como el propio gris pueda serlo.
Para sus ojos, los colores explosionaban sobre el horizonte plomizo.
Miro a través del ventanal y difuminó su sentir con aquel paisaje, entretejiendo realidad con ensoñación.
Tomo asiento frente a aquella hoja de papel, asió su estilográfica y escribió...
Mi querida, querida mía:
Rubricó la carta, la introdujo en un sobre y escribió en su anverso...
Para ti
Mi querido, querido mío:
ResponderEliminarTiene usted razón. Pido disculpas.
Jopé, qué misterioso todo.
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